Uno de los escritos de Ernesto Padilla, reconstruye lo que era San Miguel de Tucumán en 1886, o sea antes de la apertura de las cuatro avenidas. En ese año, lo “realmente edificado de la ciudad” y beneficiado por los servicios municipales, comprendía “95 manzanas”. Al sur, estaban abiertas las calles “que llevaban a la salida por la hoy plaza San Martín, llamada entonces ‘La Laguna’, al camino de Los Vázquez, donde anudaba la comunicación por la ruta nacional de Huacra y la de San Felipe y Santa Bárbara”.
Más al oeste, “como excepción desde la habilitación del Hospital Mixto (hoy Padilla), estaba empedrado el desde entonces llamado boulevard Alberdi”, que mantenía “la comunicación con la plaza Belgrano, tradicionalmente visitada por la población en el aniversario de septiembre”. La estación del ferrocarril, construida en 1876, “había abierto el tránsito en siete cuadras de las calles las Heras (hoy San Martín), 24 de Septiembre y la actual Mendoza, en varias de sus cuadras erizada de ranchos y construcciones avanzadas sobre la línea”.
Por el norte, “eran contadas las calle que llegaban hasta la plaza Urquiza, arranque del camino nacional a Salta y el de los suburbios”. En “lo que es hoy parte céntrica, no comprendida en este circuito, había quintas de dos, tres, cuatro y más manzanas, como resulta del plano de Bertrés, tales como ‘La Viña’ del coronel Elías, la del doctor Torres, donde está hoy Sunchales (estación Mitre actual), la del doctor (Manuel Fernando) Paz, doctor García y muchas otras”. Tampoco respecto a los suburbios se había respetado “el viejo plano que había fijado, desde el límite de los ejidos, calles de cuadra en cuadra”. Además, desde 1879, una ordenanza permitía “mantener cercos de zanjas”. Por falta de medios, no existía “una oficina técnica capaz de dar una precisa delineación”.